Artículo Elvira Carles

¿Hay algo más innovador que conservar la casa donde vivimos?

Los amigos del I Congreso Internacional de Innovación Social me piden unas líneas que la vinculen con la lucha contra el Cambio Climático. Si la petición hubiese sido hace sólo cuatro meses creo que estaríamos todos de acuerdo en que el eje innovador social más importante en nuestra sociedad era afrontar la lucha contra la amenaza que supone el Cambio Climático…Todavía mantengo la misma opinión.

Es cierto que el Covid-19, con su pandemia, el confinamiento y sus devastadoras consecuencias sanitarias, humanas y económicas han cambiado nuestro mundo en las últimas semanas, pero de ninguna manera debe desenfocarnos del que continúa siendo, ya a corto plazo, el reto más importante de nuestras especie: conservar nuestra casa, el planeta que compartimos con miles de millones de personas.¿Se os ocurre algo más innovador socialmente que eso?Veamos, en mi opinión,en qué situación política, empresarial y social nos deja la pandemia para afrontar este cometido.

El coronavirus ha sido muy negativo para la lucha contra el Cambio Climático. Es cierto que se han reducido las emisiones de CO2, esporádicamente; que se ha mejorado la calidad del aire y que hemos visto a la fuerza de la naturaleza recuperar espacios.Sin embargo, la actividad política y normativa se ha visto ralentizada a todos los niveles. Como ejemplo algo inédito, el aplazamiento de la COP26, que debía celebrarse en Glasgow a finales de este año y que se celebrará en el mismo enclave en noviembre de 2021.

Pero hay lugar para el optimismo. La reacción de los distintos responsables políticos está siendo rápida, tanto global como localmente. A nivel europeo esto tiene un nombre: Pacto Verde Europeo, la iniciativa que busca conseguir una Europa neutra en emisiones en 2060 y recortar los gases de CO2 entre 50% y el 55% en 2030, frente al 40% actual. ¿Cómo lograrlo? Por un lado, con las herramientas normativas adecuadas, como el anteproyecto de la Ley Europea del Clima, que se votará en los próximos meses en el Parlamento Europeo y la Comisión. Por otro lado con los recursos.

A finales de mayo la Comisión Europea presentó un presupuesto de 1,85 billones de euros para el periodo 2021-2027, un 25% del cual estaría destinado a la digitalización y el Pacto Verde. A estos hay que añadir otros 40.000 millones para reforzar el Fondo de Transición Justa. Dinero para la recuperación habrá, falta saber ahora si esta será verde o marrón.

 En el plano nacional, el Congreso debatirá el proyecto de Ley de Cambio Climático, que aspira a que nuestro país sea neutro en carbono en 2050. Una iniciativa promovida por Teresa Ribera, vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. Algo que como ella misma define “es el modelo de prosperidad, estabilidad y recuperación que queremos ver en adelante”. Una iniciativa del Ejecutivo que cuenta con una herramienta propia, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) con el que nos vamos a ir familiarizando.

¿Bastará con la iniciativa y la financiación pública? Rotundamente no. Los bonos verdes y otras ayudas que lancen los distintos países o el Banco Central Europeo pueden y deben ser un elemento tractor en la aceleración de la recuperación verde post-Covid, pero ya son muchas empresas las que están apostando por este tipo de financiación sostenible, incluso están entrando algunos sectores nuevos como las telco o el retail. Según Santander Asset Management, la emisión de bonos con criterio sociales creció más de un 300% entre enero y abril en todo el mundo. 

Y en cuanto a las empresas, ya no estamos hablando de que la lucha contra el Cambio Climático sea una activo en el balance de las compañías (dejando de ser un pasivo),sino que las propias empresas reformulen sus estrategias de servicios y de productos a partir de la sostenibilidad y de otros elementos como la salud, la investigación, la educación o la igualdad.

Un estudio de la Universidad de Oxford de principios de mayo sobre qué medidas económicas serían más efectivas para la recuperación del Covid-19 apuntaban a la Sanidad, Educación, I+D, Inversiones Renovables, Infraestructuras Verdes y Eficiencia Energética. La reconstrucción requerirá de empresas audaces, receptivas, que escuchen y que combinen la obtención de beneficios con otros aspectos más sociales.Esto no es nuevo, ya era evidente y se reflejaba en los Objetivos de Desarrollo Sostenible mucho antes de la pandemia, pero ahora se ha acelerado.

Junto a los gobiernos y las empresas, cabe hablar en tercer lugar de las personas. La consultora especializada en psicología de marcas, Labrand, señala en su estudio cambios de comportamiento en la sociedad a raíz del Coronavirus que éste ha sido una “cura de humildad”, donde hemos detectado lo vulnerable de nuestra forma de vida. Un periodo donde “se cuestionarán comportamientos ligados al actual consumo o al turismo de masas”. Tal vez sea un poco pronto para validar esta afirmación pero sí es cierto que el concepto de fragilidad como especie se ha extendido y que nos ha gustado respirar un aire más sano y tener más cerca a la naturaleza. También hemos visto que unidos podemos tomar medidas comunes, el confinamiento en este caso, por el bien del prójimo.

Una consecuencia medioambiental de esta crisis es que hemos visto que vivimos en un planeta que está estresado y que reclama su espacio, y que por poco que le dejemos, se regenera.Por lo tanto, tal como decíamos al principio, apliquemos la máxima innovación posible para conservar lo más importante que tenemos, junto a nuestros seres queridos, la casa donde vivimos, nuestro planeta.

Elvira Carles

Directora de la Fundación Privada Empresa & Clima.